Un bono de impacto social o de desarrollo (SIB o DIB, por sus siglas en inglés) es un modelo de financiamiento bajo modalidad de pago por resultados que involucra a varias partes. Está diseñado para permitir las intervenciones sin fines de lucro (por lo regular alentadas por actores públicos) para captar inversión privada con el fin de ejecutar las actividades necesarias para generar un conjunto de resultados de impacto previamente definido. Los inversionistas privados proporcionan el capital inicial. El bono de impacto reembolsa a los inversionistas por su capital con un rendimiento predefinido en caso de que se logren las metas de resultados. La transacción se puede estructurar con un vehículo para fines especiales (SPV, por sus siglas en inglés) que actúa como socio contractual para todos los actores involucrados. En este caso, el SPV toma el capital privado de los inversionistas y contrata a uno o más prestadores de servicios encargados de, en efecto, generar los resultados. Los prestadores de servicios son por lo regular organizaciones no gubernamentales. Por lo general, hay una organización independiente involucrada para la verificación de los resultados de impacto.
Un bono de impacto no es un bono en el sentido tradicional de la palabra, puesto que el pago y el rendimiento dependen del logro de los resultados deseados. En caso de que la meta de resultados no se cumpla, los inversionistas por lo regular no reciben ni un rendimiento ni el pago (completo) del capital.